lunes, 6 de abril de 2020

Esta foto capta dos buitres y dos víctimas


En 1993 el reportero gráfico sudafricano Kevin Carter realizó esta fotografía en una aldea de Sudán. La historia cuenta que Carter decidió que dejar morir a la niña y hacer la foto ayudaría a denunciar la situación mucho más que ayudar a la niña en ese momento y contar la historia más tarde.

La foto sería portada en el New York Times y Kevin Carter objeto de duras críticas por parte de la opinión pública ¿Cómo alguien puede cimientar sus logros en ser un espectador del sufrimiento ajeno?

En 1994, tras ganar el Pulitzer, Carter se suicidó ahogado por la culpa de haber dejado morir a una niña inocente. Algunos dicen que fue precisamente recibir el reconocimiento más alto en su profesión la gota que colmó el vaso...

O por lo menos esa es la versión de la historia que nos gusta repetir

Otra versión menos conocida de los hechos, que ha surgido hace poco, es que Kevin Carter estaba allí junto a un equipo de la ONU cuya misión era alimentar la zona sur de Sudán, que sufría una grave desnutrición.

La niña no es una niña, es un niño llamado Kong Nyong que, como indica el brazalete blanco que tiene en la muñeca de la mano derecha, había recibido ya por parte de la ONU la ración de comida que le correspondía en ese momento.

Kong estaba defecando y no moriría hasta 14 años más tarde (2007) debido a una fiebre (según el testimonio del supuesto padre del chico).

No se sabe exactamente de dónde nació la leyenda, se dice que fue el mismo Kevin Carter quién la ideó para aumentar la efectividad de la foto, sin esperar las duras críticas que conllevaría.

El suicidio del fotógrafo no fue fruto de la culpa por "dejar morir a la niña". Carter sufría depresión, que trataba fumando white pipe (una mezcla de marihuana, metacualona, cocaína y barbiturucos), un buen amigo suyo había muerto recientemente mientras cubría un tiroteo en Chicago y llevaba un año siendo considerado el "verdadero buitre" de la foto, reconocido como un ejemplo de falta de ética profesional.

Cuál de estas dos versiones de la historia es la real solo lo sabía el mismo Kevin Carter, pero esto  ya no es lo importante. Incluso si el fotógrafo hubiese sido el mayor monstruo y le hubiese dado igual la vida de la niña (o niño), su retrato ha hecho mucho más por concienciar de la situación de hambre en África que la acción de la mayoría de sus críticos.

Es por ello por lo que defendemos que aunque en la foto veamos un buitre y una víctima, la realidad es que esta foto ha captado a otro buitre y otra víctima más: una sociedad que desea señalar ejemplos de maldad para que se le reconozca su propia virtud y un joven fotógrafo que hizo una foto en la que se mostraba demasiado bien la falta de ética de occidente, tanto cuando se tiene en cuenta su contexto como cuando no.




BIBLIOGRAFÍA


http://content.time.com/time/magazine/article/0,9171,165071,00.html

https://es.wikipedia.org/wiki/Kevin_Carter



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