Todo, desde La guerra de las galaxias de George Lucas, hasta El rey león, de la empresa Disney pasando por todos los fotógrafos deportivos vivos, las ubicuas carteleras cargadas de erotismo, los diseños engañosos de las revistas y la política de los medios de comunicación, en todas partes del mundo, siguen inspirándose y corrompiéndose gracias al trabajo que Leni perfeccionó en Nuremberg y Berlín (Bach, 2008:360).
El polémico documental Terror studios, dirigido por Alexis
Marant y disponible en Movistar+, comienza con unas inquietantes imágenes en
las que vemos diferentes situaciones que parecen contradecirse con nuestro imaginario
colectivo acerca del Estado Islámico: Una estética cinematográfica de lo más
occidental, manzanas Apple en espacios llenos de tierra y escombros, caros
equipos de producción y toda una imagen sacralizada en nombre del triunfo de lo perverso.
Es decir, encontramos impacto, suspense y artificialidad (como sucede en una película "palomitera"). Los espectadores, al menos los occidentales más
acérrimos a la cultura pop marcada por la mercadotecnia estadounidense, no
suelen buscar realidad en el cine, sino la suspensión de incredulidad necesaria como
para que se de la presencia de los ansiados entretenimiento y “taquillazo”. Como si de una
bomba que nos estalla en la cara se tratase, Terror studios narra la historia que hay tras la producción de la maquinaria
propagandística del Estado Islámico, bastante cercana a esa estética de la taquilla y las palomitas.
A modo de ironía dramática, el documental narra cómo es el
DAESH quien bebe de los éxitos cinematográficos, así como de diversos
videojuegos, presentes en nuestra cultura pop para crear sus oscuras
representaciones que nadan entre la artificialidad de la puesta en escena y la
realidad de lo que muestran. Es decir, nos conocen mejor que nosotros y es eso
lo que más preocupa al documentalista francés. Saben que nos gustan las
series, el cine y los videojuegos repletos de crímenes, explosiones y luchas
épicas palomiteras. Y es ahí donde se analiza la calidad de las representaciones reales desde un punto de vista estético y profesional del sector audiovisual. Y es por ello que el documental cuenta con testimonios directos de yihadistas anónimos, algunos arrepentidos, que narran, de primera mano, cuál es la metodología de su maquinaria propagandística. Con el fin de ilustrar esto, encontramos guiños cinéfilos a películas magnas de la cultura pop, o del llamado "cine de culto", como son Seven, Saw o En tierra hóstil.
En tierra hostil |
Call of Duty |
Todos estos guiños utilizados por el DAESH cuentan una financiación que podría catalogarse como "Un
cheque en blanco" en cuanto a recursos financieros (grúas, cámaras, dollys,
pértigas, programas de edición de última generación…) El objetivo no es otro
que parecer películas de Hollywood o videojuegos espectaculares (referencian también el
Call of duty y el Assains creed), que muestran como existe una cierta fascinación sádica por la
cultura audiovisual de Occidente más mainstream. Estas películas repletas de crímenes reales de la organización terrorista, las realizan con el fin de aterrorizar el mundo, difundir su propaganda y
reclutar “soldados”. "Desde el nazismo y la guerra fría, esta maquinaria de
propaganda es la más poderosa que ha reinado sobre la tierra" menciona un experto de la propaganda islámica en el documental. Es por ello que la mayoría
de los reclutados afirman haber llegado al Daesh gracias a distintos medios de
comunicación, y la propaganda que destilan, de diversas partes del mundo.
En Terror studios se
muestra la metodología para entrenarse en realizar actos terroristas y suicidas, secuestrar rehenes extranjeros y decapitarlos. Todo ello a través del canal de la estética del videoclip, del cine de acción y de los videojuegos de terror. Sin que decir de elementos caros y profesionales como un buen equipo de sonido y de tres, o hasta cuatro, cámaras con un juegos de luces inteligente. Es decir, no solo controlan de medios, sino de narrativa y sofisticación. De nuestra narrativa. Casi como un reality show al estilo de Supervivientes pero sin la frontera de la ficción. Es utilizar lo mejor de Hollywood y lo mejor de la realidad para
crear un espectáculo inhumano, propagandístico y monstruoso. Pese a quien pese, se trata de una propaganda eficaz y funcional, ya que personas de todo el globo acaban por abandonar Occidente para unirse a la causa de "resistencia" y "expansión" del Estado Islámico. "Hermanos, yo también he vivido confortablemente en Occidente y sé lo deprimidos que os sentís..." dice uno de los conversos con la cara cubierta en un vídeo de la célula terrorista. Como puede verse, controlan de narrativa y de la epicidad del lenguaje, de la identificación con el espectador, del lenguaje de las emociones y probablemente conozcan los "Doce pasos del héroe" de Vogler.
Existe pues un
reverso oscuro de nuestra cultura pop, una vuelta de tuerca a nuestros placeres y a nuestros miedos, un desplegable de lo insensibilizados que estamos ante la ausencia de competencia "lectora" de las imágenes audiovisuales y una reflexión acerca de como la mejor forma de vender un mensaje es a través de la épica, las emociones y lo visceral. De esto sabía mucho la documentalista Leni Riefenstahl, quien demostró que el engrandecimiento de los alemanes a través de la belleza anatómica del "alemán" en los juegos olímpicos de 1936 bastaba para despertar emociones tan bellas que podían conducir a la catástrofe... Del mismo modo que ayer, el ser humano sigue encerrado en los sistemas de propaganda y marketing que nos asolan desde el inicio de la comunicación de finales del siglo XIX. Por ello, es deber de todos preguntarnos hasta qué punto creemos en lo que vemos, quien es la fuente y cuál es el origen y fruto de nuestro amor y nuestros miedos más profundos. Con todo ello, Terror studios es una magnífica forma, un tanto desagradable pero necesaria, de hacer un examen de conciencia de cómo se mueve el mal por nuestro globo (y de lo fácil que lo tiene con la llegada de las nuevas tecnologías).
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