Vivimos
en una era de cambios tecnológicos, a veces demasiado feroz y difícil de
asimilar, pero es evidente que los cambios no van a darse la vuelta por más que
puedan parecernos extraños o impertinentes. Entre dichos cambios tecnológicos,
uno de los más radicales ha sido el proceso de suplantación (en el que llevamos
varios años) del periodismo físico al periodismo digital. Se trata de un cambio
sin procedentes en la industria de la comunicación, una que, sin duda, conlleva
muchos beneficios (el principal es noticias instantáneas en cualquier
dispositivo y en cualquier lugar con Wifi). Sin embargo, los cambios nos hacen
enfrentarnos a situaciones, a menudo, desconocidas y es por ello que la
información y el conocimiento es nuestra principal arma para enfrentarnos a
dichos problemas.
El primer problema reside en
lograr un periodismo de calidad, lo cual requiere acudir a fuentes
fiables y plurales, tratando de evitar las apologías panfletarias que manipulen
la "realidad", que el periodismo trata de capturar de la forma más óptima
posible, sin recurrir a beneficios para terceros que sean manos invisibles. Las
noticias deben ser también relevantes para la sociedad, deben ofrecer un valor
real a la ciudadanía trabajando fielmente para ella por encima de otros fines
ideológicos o económicos y, para ello, debe garantizarse la verificabilidad de
los hechos, la opinión de expertos y la pluralidad ideológica. También es
importante que el periodista se esfuerce y haga las labores de investigar
atendiendo a dichas directrices, que no se conforme con recibir noticias, sino
en buscarlas o, mejor aún, descubrirlas. Siempre, claro está, atendiendo al
resto de cuestiones anteriores. El periodismo en esta era tecnológica tiene el
deber de atender más que nunca a dichos cambios ya que su falta de
profesionalidad podría conllevar peores consecuencias, tanto para periodistas
como ciudadanos, como la imposibilidad de diferenciación entre la posverdad,
bulos o fake news de lo que es real y pertinente para la sociedad. El
empoderamiento de la sociedad depende en gran parte de la calidad de la prensa,
así como de la actitud activa de los ciudadanos.
El segundo problema reside
en que la mayor parte de la información residente en las redes sociales no
ha sido producida por periodistas o que la información política sea
directamente transmitida por políticos y no por periodistas. Ambos casos ponen
el foco en que la prensa como "filtro" informativo parece resultar
"caduco" desde una visión social. Los usuarios pueden ser
prosumidores y construir su "verdad" sin acudir a las fuentes que
tienen los periodistas (en su mayoría, agencias de noticias) y ello puede
llevar a una desconfianza a los periodistas y al triunfo de la demagogia.
Aunque, siendo honestos, esto también puede hacerlo la prensa (de hecho, muchos
medios importantes en España lo hacen) y todo ello, ha llevado al periodismo a
una crisis de credibilidad de la que es difícil salir. La ciudadanía no cree en
la prensa como filtro informativo y eso va relacionado con el primer problema
(lograr un periodismo de calidad) y sin dicha base, no puede haber conciencia
ni confianza. La tecnología debe ser usada a conciencia para informar y no
desinformar y mentir pero, como tiburones hay siempre en el mar y no somos
ingenuos, la prensa tiene el deber de ser más eficaz y empoderada que nunca,
siempre y cuando se de una prensa independiente, plural, libre y, faltaría más,
informada.
El tercer problema reside en
que el periodismo debe ser un ejemplo de ética profesional y no lo es.
La ética profesional depende en gran medida del aprendizaje en la propia
comunidad, no solo de lo aprendido en la teoría. La ética profesional debe ser
un arma moral, profesional y ejemplificador en las constantes luchas contra el
mal uso de la información, las noticias y los hechos ya que, todo ello, da
poder y gobierna el pensamiento masivo de millones de personas. Por ello, en
este mundo mediatizado y posmoderno, tan invadido por simulacros inconcebibles
para su diferenciación con la realidad, seamos sinceros y sepamos que los
periodistas no tienen la objetividad como posibilidad aunque si deberían
tenerla por objetivo, la prensa digital debe asumir que tiene más frentes
abiertos que nunca y solo una labor ética, plural, diversa, libre, de calidad y
profesional podrán fomentar el empoderamiento del ciudadano frente a las clases
más corruptas, estén donde estén, en nuestra sociedad. No seamos antivacunas y
seamos inteligentes, inyectémonos el valor y las ganas necesarias por los
nuevos retos que asoman en la puerta de los diarios.